Tras cumplir su misión de derrotar al Rey Demonio, la maga elfo Frieren, el héroe Himmel, el sacerdote Heiter y el guerrero Eisen regresan a casa después de un viaje de una década donde disolverán su grupo y tomaran sus propios caminos. Pero el tiempo pasa de forma distinta para los elfos, Frieren comienza a ser testigo de como sus ex compañeros sufren sus estragos y comienzan a morir lentamente y uno a uno. Antes de fallecer, Heiter el sacerdote le impone a Frieren un aprendiz humana llamada Fern. Llevados por la afición que tiene la alfa por recolectar hechizos mágicos, ambos emprenderán una aventura, llena de magia e introspección, que los llevará a revisitar lugares que había conocido en su anterior travesía, mientras enfrenta el pesar que le causa descubrir todas las posibilidades que ha desperdiciado en su viaje que le hubiesen posibilitado entablar una relación más cercana con sus compañeros ahora fallecidos.

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Tras fallecer su madre, Tohru Honda decide no rendirse y seguir adelante con sus estudios y su trabajo de medio tiempo, aunque eso signifique vivir en una carpa en un lugar que no le pertenece. Cuando sus dueños la encuentran, le permiten quedarse con ellos a cambio de hacer sus quehaceres domésticos. Claro que eso no sería una situación muy normal que digamos cuando sus habitantes, la familia Sohma, son una gente tan especial. 30 de sus miembros, entre los que se incluyen Yuki y sus primos Shigure y Kyo (habitantes de la casa), sufren una maldición que los transforma en animales del zodíaco chino al ser abrazados por alguien del sexo opuesto. Y si bien Fruits Basket presenta un sin fin de situaciones hilarantes y divertidas, la maldición de los Sohma irá generando situaciones verdaderamente dramáticas y serias. En ese contexto, la presencia de Tohru es más que una influencia positiva para ellos.

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